EL HOMBRE NUEVO… SIGLO XXI
- Alberto Colombo
- 30 mar 2021
- 6 Min. de lectura

En la actualidad se viene problematizando sobre la construcción de nuevas masculinidades, que abandonen la complicidad con el patriarcado. El patriarcado es la autoridad que ejerce el varón, quien tradicionalmente se erigía como jefe de familia, dueño del patrimonio, constituyendo la manifestación institucional del dominio masculino sobre las mujeres, en la sociedad en general.
Para esa construcción alternativa de masculinidad, cabe hacer “oídos sordos” de manera implícita o explícita a las diferentes manifestaciones del patriarcado, evitando reproducir la posición de privilegio que tienen los varones cis (modo para nombrar a las personas que se identifican con la asignación sexo-genérica al momento de nacer) desde tiempos inmemorables. El solo hecho de considerar una opción diferente es ya un paso grande.
El pararse como el macho más deconstruido, también está dentro del pacto patriarcal. ¿Cómo vamos hacia el debate y el encuentro? ¿Como el que se las sabe todas, o como alguien que también pactó en algún momento y sigue pactando en otros? Desandar la imposición, lo corporativo, la impunidad forma parte del camino alternativo. También hay una capa "superficial" de sumarse y potenciar las luchas feministas en donde es cómodo quedarse, en temas como "cupo femenino". Puede entenderse que es otra forma de adaptación del statu quo para no cambiar profundamente y hacerlo sólo de "cosmética".
Una forma de cambiar nuestra masculinidad puede ser cambiando nuestra relación con el deporte, con el fútbol, etc. Respecto a los saludos: con un abrazo entre varones. Siempre tienen palmadas en la espalda, y cuanto más fuertes, "más cariño". Partiendo desde ahí, un montón de cosas más. A esas dinámicas violentas de las internas de los grupos masculinos también es importante ponerle límites.
Existen un potencial bélico muy internalizado en los vínculos de lo varones. Estamos en una guerra permanente, como la lucha de clases, esa guerra de sobrevivencia en el mundo capitalista. Se trata de un fenómeno correlativo y complementario a la “división sexual del trabajo”. El sistema capitalista generó una de las divisiones sociales más contundentes: la separación de la esfera pública y la esfera privada, asociadas respectivamente a lo masculino (la política, la academia, el desarrollo profesional) y lo femenino (la crianza, los cuidados, lo doméstico). Capitalismo y Patriarcado, una alianza que gestó una transformación de las formas de vida y de relación humanas.
Hay hombres que tienen que deconstruir todo o casi todo, va a llevar generaciones. Muchos crecieron con amigos, que en su cuarto tenían fotos de mujeres desnudas pegadas en la pared, a lo taller mecánico. Hoy piensan eso y se horrorizan.
El destaque de corregir a alguien querido o no tener miedo por perder esas amistades, que realmente ya no nos hacen sentir bien por el simple hecho de plantearles una serie de cuestionamientos, que pongan en evidencia las actitudes machistas con las que nos movemos a diario. Paulo Freire decía: cuando se libera el oprimido, también libera al opresor.
No estar en lugares que les produzcan daño, dejar de lado el miedo a irse. En muchas oportunidades deriva en una acción saludable.
Ese momento de discusión, de tensión, preocuparse por ponerle amor a ese intercambio, mejorando estrategias mediante un acercamiento afectivo. Plantear el debate como un momento de aprendizaje y no de destruir las ideas del otro, que eso puede resultar violento. Procurar micro-cambios, comprender que nadie tiene la verdad absoluta. No debemos colocarnos en el lugar de la intolerancia, no cerrarnos a esa idea. Enfocarlo como un acto de compartir. Existe una diversidad de visiones y no todos concebimos una misma forma, es importante lograr una nueva convivencia.
Citando un estudio internacional (Islandia), el cual indica que las empresas que están dirigidas por mujeres, son las que van menos a la bancarrota, quiebran menos que las dirigidas por hombres. Eso es porque el hombre toma más riesgos y la mujer tiende a contemplar más todos los resultados. Fruto mismo del sistema patriarcal, a los varones les cuesta reconocer y pensar que si la empresa la dirige una mujer, estadísticamente estarán en mejores manos que si fuera un hombre quien ocupara lugares de decisión.
¿Están los varones a la altura para ceder sus privilegios de acceso a lugares de poder? ¿Están a la altura las organizaciones para que esa medida sea una política explícita de búsqueda de lideresas? Quizás el "ceder" el espacio, es una forma de deshacer todos los falsos beneficios que brinda a los varones el sistema .patriarcal solo por ser hombres. ¿En qué lugar pega en el ego masculino, "ceder" o dar un paso al costado? ¿Duelen esos machismos? ¿Se mueve? Aprovechemos porque las afirmaciones que se realizan ahora son las mismas que se hacían desde 40 años atrás, entonces la sociedad fue omisa, los varones lo fueron. Y ser cuidadosos que en la actualidad no se incurra en el mismo error con otras cuestiones. Aunque tampoco se trata de "ceder" porque genera la sensación de "les están dejando llegar" y no es así: las feminidades tienen que hacer triple esfuerzo para poder llegar a algún reconocimiento, dónde otros varones mediocres brillan. Parte de alinearse con la desobediencia al patriarcado es saber perder, correrse de los lugares de poder, de la competencia, y conectar con la sensibilidad (cantar, jugar, leer poemas).
Es muy interesante esta perspectiva de la importancia de los sindicatos, las cooperativas y ONGs para poner este tema en debate, porque esa es la esencia de las organizaciones sociales, hacen honor a sus historias, de movimientos en la calle, de discusión y propuesta, teoría y práctica, de ahí venimos, y en eso estuvimos y están varones y mujeres, hay que retomar esa esencia y ser punta de lanza en este tema.
En otros tiempos, estos asuntos no se debatían en los espacios de militancia, por ejemplo. Allí, a las compañeras les costaba hacerse escuchar entre la predominancia masculina en la palabra. Ahora, los varones se sienten como con cándidez, aprendiendo esto. Se construye de a poco, desgastando resistencias que tienen muchos.
El patriarcado es vertebral, está en todo. Nos construimos entre varones, y la aprobación se espera de los otros varones. Nos cuesta escuchar. Renunciar es un concepto sustancial, mucho más importante que conquistar que es lo que siempre nos enseñaron. Que inicialmente sea un trabajo interno, de toma de conciencia. Pensar la introspección como un inicio de deconstrucción y desde ese momento, compartir con los pares varones, cuestionarse. Pero es en un proceso de transformación. Sin este momento histórico no se daría el cambio en las siguientes generaciones. Todo esto es algo que no se encuentran muchos espacios para debatirlo, para compartir y aprender.
Muchas veces cuando dejamos de omitir y no dejamos pasar micromachismos (y no tan micro), implica repensarse y pensar críticamente lo que hacemos, micro-deconstrucciones de cosas ya instaladas en la cultura dominante. Sin dudas que es analizarse, mirar hacia adentro y construir nuevamente es necesario. No desde la culpa, sino desde la posibilidad de reconocerse y volver a construirse.
Lo teórico no es malo en sí mismo, aunque la academia sea machista... La importancia de la renuncia sería un gran tema para desarrollar. Significa un avance el tener una concepción diferente a la actual y de manera inclusiva. Precisamente, pensar con apertura, no consentir las lógicas de imposición (gritando, etc.). El cambio implica eso, respetar el diálogo, que todos se sientan cómodos para fomentar la participación.
Existen varones que han buscado hace un tiempo un grupo para compartir y generar activismo, ideas y demás sobre feminismo y equidad de género; pues han entendido que existen grupos dentro de la comunidad feminista donde no se valora la presencia de varones, lo cual resulta totalmente entendible. Entonces, generar un espacio propio para poder crear y promover el cambio individual y colectivo, aportando desde donde se pueda. Empezar a juntarse entre los varones, es fundamental lo que puedan construir acerca del ser varón, como modalidad de procurar formas más sanas y cómodas.
Desde una posición de privilegio y formando parte del problema por ser varón cis, dentro del feminismo los espacios son para no-varones-cis. Por eso generar espacios para ellos, parece fundamental en sintonía para empezar a aportar y cambiar la realidad, siendo capaces de generar su propia agenda, posturas y estrategias. El patriarcado interpela enormemente a los varones, de ahí la relevancia de generar ámbitos para dialogar e intercambiar sobre los valores machistas en las diferentes áreas.
Cuando los varones cis quieren ir a la marcha del 8M, ¿qué protagonismo se busca haciendo eso? ¿Qué quieren mostrar? Existe una multiplicidad de cosas antes por hacer que formar parte de la marcha. En un ideal: sí, todos deberíamos estar en la marcha pero después de mucha deconstrucción y producción igualitaria.
Si se puede aportar desde otros lugares y es desde esos espacios de construcción entre varones. El 8 de marzo es de ellas, nada tienen que hacer los varones allí. Si pueden aportar desde otros lugares y es desde otros espacios, sembrando la crítica, el diálogo, formas del varón más liberadoras, más sanas, más placenteras. No resulta muy disparatado especular con lograr un Día Internacional de las Nuevas Masculinidades.
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