QUÉ INFLUENCIA DEBE TENER LA CIENCIA EN LAS POLÍTICAS SOBRE DROGAS
- Alberto Colombo
- 11 sept 2018
- 3 Min. de lectura

Las políticas públicas sobre drogas deben atender las tendencias tanto nacionales como internacionales, ante la creciente globalización. Pues países que se consideraban "en tránsito” por las autoridades, luego pasan a integrar la lista de consumidores (si es que en algún momento no lo fueron). Las políticas en la materia suelen no considerar los datos científicos, provocando entre otras consecuencias que el bien público se "privatice”, dado que las intervenciones gubernamentales que se rotulan como "Guerra a las Drogas”, solo han promovido una mayor corrupción, violencia, muertes, y sobredimensionando el uso de los sistemas de salud públicos (que atiende esencialmente a la población de más bajos recursos). También ha generado un incremento en la población carcelaria, ya que como suele ocurrir en el sistema judicial, son quienes cuentan con menos recursos económicos y de relacionamiento, los que son encarcelados, cuando esto no sucede para los "cerebros” de las organizaciones dedicadas al narcotráfico y entidades financieras que "lavan” ese dinero. Fracaso de la “Guerra a las Drogas” Estas consecuencias van asociadas a la actitud represiva de la sociedad moderna, donde la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU es un claro exponente de la visión conservadora de esta problemática. En oposición a ello, está el caso de Colombia, país que insistió en la ONU que la guerra contra las drogas ha fracasado, y que es hora de implementar políticas más inteligentes, en el marco de UNGASS (Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas) 2016. La autocrítica, el revisionismo de la política de drogas debería ser constante, contando para ello con los datos obtenidos en forma fidedigna, donde la ciencia se torna un aliado estratégico, para evaluar cada política, su funcionamiento y si es efectiva. Y por supuesto, la política de cada país debe nutrirse por el análisis científico, pero comprendiendo también la realidad política, social y cultural de ese país. A modo de reflexión y síntesis de lo expuesto: la comunidad internacional estableció ambiciosos objetivos en el UNGASS del año 1998. El propósito primario consistía en la cooperación internacional para reducir de manera sustancial la oferta y la demanda mundiales de drogas para el año 2008. Un examen de ese esfuerzo (Reuter y Trautmann, 2009) no encontró datos que indiquen que se ha reducido el problema mundial de drogas, lo que lleva a analizar si la aplicación sistemática de políticas fundadas en datos probatorios podría haber producido mejores resultados
Política y ciencia, ¿sociedad antidrogas? Las políticas públicas sobre drogas no es un hecho nuevo, pues en toda comunidad (hasta en las primitivas) existen normas que deben acatar sus integrantes, como puede ser la decisión del grupo a que diferentes sustancias psicotrópicas se destinan a ciertas iniciaciones o rituales. Más bien especificaría que la modalidad que varía es la actitud prohibicionista sobre el uso de las mismas. Tal actitud cercena la posibilidad de reglamentar su empleo, como si sucede con el alcohol y el tabaco. De ahí que en cuanto a los criterios sobre los cuales fundamentar una política de drogas, eso determinará cuales datos científicos se tomen en cuenta. Porque la ciencia no es objetiva y por lo tanto, estará sometida también a los vaivenes del criterio político, que pueden estar influenciados por intereses y grupos de presión. En tal sentido, hay quienes señalan que dado el poder de influencia del empresariado del sector, la regulación del alcohol en nuestro país tendría mayores dificultades que las que hubo con el tabaco.
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