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LA SOCIALDEMOCRACIA, LA HIPOCRESÍA HECHA IDEOLOGÍA POLÍTICA

  • Foto del escritor: Alberto Colombo
    Alberto Colombo
  • 31 jul 2018
  • 5 Min. de lectura

La forma más sintética de resumir esta concepción política de apelativo Socialdemocracia puede ser sosteniendo que se trata de “quienes practican discursos de Izquierda pero aplican políticas de Derecha”. Con esto, los palos a las decisiones tomadas se los lleva la izquierda: los de derecha las atacan, pese a que gobiernos de su corriente de ideas las implementarían pero los tildan de “zurdos, comunistas, etc.”; y en cuanto a los militantes de izquierda de ese sector político que lleva a cabo acciones en la esfera pública, salen a defenderlas pese a que si las adoptara un líder o administración de derecha les criticarían por ser decisiones que van contra el pueblo, en favor de las multinacionales, etc. En su estrategia de marketing de izquierda, la socialdemocracia no tendrá duda en postular y hasta poner en práctica, leyes o políticas que le dan una apariencia izquierdosa pero que no llega a serlo porque no toca el poder, no lo cuestiona en sus intereses (incluso este se ve favorecido). Entre esas decisiones que pueden darle una visión de izquierda están las normas que legalizan la marihuana, el matrimonio igualitario, el aborto, asistencialismo a sectores vulnerables de la sociedad, mejoramientos legales puntuales en áreas laborales incluso alguna ley que puede aparentar ser muy beneficiosa para la grupos o el colectivo social en su conjunto, pero que luego no contará con los apoyos necesarios para que se concreten.

La socialdemocracia, la mayor corrupción ideológica.

Esta pseudo-izquierda en la oposición, su discurso es encarnizado, contrario a las posturas de derecha, ya sea en lo económico como en lo político internacional y social. Pero cuando llega al gobierno, muchas veces pone en práctica las políticas ya adoptadas en administraciones que supuestamente son antagónicas ideológicamente, pero incluso llega a realizar las reformas que la anterior no lograba, puesto que los sindicatos no efectúan una oposición tan encarnizada si fuera de “derecha”, intentando cuidar los “avances sociales” de la supuesta izquierda en el gobierno, que finalmente termina en flexibilizaciones laborales, privatizaciones, tercerizaciones y otras medidas que conllevan a una priorización del capital sobre el trabajo, generando un menoscabo en las condiciones sociales. En tal sentido, se brindan condiciones altamente beneficiosas para las empresas multinacionales que implican recortes en el ingreso de las arcas públicas que luego deberían volcarse en la sociedad en salud, educación, seguridad, entre otras áreas

Surgen como ejemplos europeos de los partidos Socialdemócratas de Alemania, Suecia, Austria, entre otros, Laborista (Gran Bretaña), PSOE (España), Socialista (Francia), PSDI (Italia), PPD/PSD (Portugal), PASOK (Grecia), podemos señalar entre los más destacados. Estos partidos, en general, tuvieron su apogeo en las décadas de 1970/1980, con la asunción al gobierno de la mayoría de ellos.

Después de los fracasos europeos socialdemócratas de los ´80, sumado al derrumbe del “socialismo real” y a las crisis ocasionadas por el modelo neoliberal, esta “izquierda posmoderna” reformuló sus postulados pero no su accionar. Su papel siempre será el de moderar los efectos del capitalismo, pasando a gobernar estigmatizados de izquierdosos aunque aplicando las clásicas políticas del estimado Adan Smith pero de manera mesurada.

Ya en Latinoamérica, la alternativa de una doctrina socialdemócrata tuvo su auge en los ´80 con partidos (o sectores internos dentro de estos) como: el APRA de Perú (con Alan García llegando a la presidencia); el MIR de Bolivia (teniendo a Paz Zamora como su dirigente más destacado); Acción Democrática de Venezuela (con las presidencias de Carlos Andrés Pérez y Jaime Lusinchi); el Socialdemócrata de Brasil, en Argentina, el sector de Raúl Alfonsín de la UCR (que llegó a la presidencia de la República); el partido Socialista chileno con Ricardo Lagos liderándolo; el Socialista uruguayo y Nuevo Espacio, también de este país, entre otros.

En el siglo XXI, se desarrolla un nuevo ciclo de la socialdemocracia latinoamericana bajo el nomenclador de “progresistas”, que en muchos países acceden al gobierno nacional, presentando una marcada diversidad pero caracterizando una transición de un neoliberalismo despiadado a un economía de mercado más moderada, o keynesiana si se quiere. Entonces partidos que venían de una izquierda tradicional (PT brasileño, Frente Amplio uruguayo) o envían mensajes en tal sentido (el peronismo de los Kirchner en Argentina, el Alianza País ecuatoriano de Correa o el Frente Guasú de Lugo en Paraguay) que vienen a poner parches a sociedades en crisis (pobreza, desocupación, altos índices de marginalidad) por las políticas neoliberales aplicadas, pero estos gobiernos llamados progresistas (socialdemócratas, en el casillero político) adoptan una actitud consensual hacia las élites y el capital transnacional. Una ideología “blanda” es poco probable que logre concretar la transformación profunda, que supere la sociedad capitalista. Las dificultades y los límites de estos sectores que combinan políticas de redistribución, aprovechando precios internacionales, y liderazgos carismáticos radica en la ausencia de alternativas al modelo rentista, basado en la exportación de materias primas (ahora le dicen commodities), ponen en evidencia el agotamiento de esta etapa del modelo socialdemócrata y ya se visualiza la ola neo-conservadora que llega para apropiarse aún más de la renta social, para beneficio de unos pocos, como es la norma capitalista en la que estamos inmersos. Esta nueva estrategia de reconquista de la Derecha (Lasso en Ecuador, Macri en Argentina, Temer en Brasil), intenta desmarcarse de los gobiernos de los años ´90). Se avecina una fase de neoliberalismo, que merced a la complicidad mediática, se visten de nuevos ropajes con promesas de cambios en favor de mejoras futuras pero que implican ajustes ahora… y para los sectores nacionales, como ser trabajadores, pequeños y medianos empresarios, así como agricultores familiares. Asistimos a la reivindicación de viejas recetas, el polo conservador retoma el gobierno, porque el poder no lo había cedido.

No confundir aserrín con pan rallado…

Etiquetar de Izquierda a corrientes políticas que en realidad llevan adelante lineamientos de derecha moderada, o liberales, o de centro (pero de Derecha, finalmente), lleva a que cuando la opinión pública o la gente al momento de votar, por oponerse a esa denominada propuesta izquierdista, se efectúa un corrimiento del electorado a la Derecha.

Claro que al ir más hacia a la derecha, lo que se realiza en realidad es una mayor profundización de las políticas de derecha, que con el curso de los años provocarán una gran crisis socio-económica, generando la vuelta a opciones más moderadas (socialdemócratas), que vendrán a poner “paños fríos” a la situación sumamente caldeada. Así se retroalimenta un sistema económico donde los que ganan cuando las cosas van bien, son los mismos que obtienen grandes beneficios cuando la mano se complica.

Por ello, se puede afirmar que la socialdemocracia, el progresismo, o como vaya a denominarse en el futuro, es lo que se denomina como “gatopardismo”, es decir, la actitud de “cambiar todo para que las cosas sigan iguales". Se refiere a reformas meramente cosméticas, de distracción, que se proponen para mantener incólumes los privilegios sociales y económicos de los grupos elitistas, ya sean empresariales, terratenientes y políticos. "Los Socialdemócratas dicen que son de izquierda, se creen que son de centro y aplican políticas de derecha"

 
 
 

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